Una herramienta que puede cambiar el desempeño de las personas en cualquier área
Todas las personas necesitamos mejorar algún aspecto de nuestra conducta o área de nuestra vida para ser mejores seres humanos, compañeros, amigos, hermanos… Y entre muchas de las soluciones, el coaching es de gran ayuda para lograrlo.
En los últimos años, el término coaching -palabra anglosajona que se refiere a un proceso de entrenamiento-, se ha vuelto muy popular en el ámbito de los negocios en nuestro país, en distintos sectores industriales y en diferentes niveles de las organizaciones. Universidades de prestigio, institutos particulares y consultores especializados, entre otros, ofrecen cursos, diplomados y asesorías en la materia.
¿Qué es y qué no es el coaching?
Puesto de forma simple, el coaching es un conjunto de actividades que se desarrollan entre un coach (la persona que dirige el proceso) y un coachee (quien utiliza los servicios del coach) para lograr un cambio consciente, notable, medible y duradero en el desempeño y las condiciones del segundo, generalmente en el terreno profesional, aunque no es privativo de éste. Entre las actividades a desarrollar en el proceso destacan la fijación de objetivos, la identificación de valores y el diseño de las actividades necesarias para el logro de dichos objetivos.
Al contrario de lo que mucha gente piensa y asume, un coach no es un terapeuta que emita juicios y tenga una injerencia real sobre los objetivos, intereses, valores y actividades de su coachee, éste es el punto esencial que distingue a un verdadero coach de una persona que está en vías de serlo. Su valor real radica en ayudar al coachee a que él mismo defina las variables y los elementos que entran en juego en este proceso, todos relacionados directamente con el contexto, las actividades y los intereses del coachee.
El juego del coaching
Con la intención de lograr el cambio deseado, el coaching se estructura en varias etapas, con diversas actividades entre el coach y su coachee, las cuales se describen a continuación:
Definición de objetivos: Reza un viejo dicho que “lo que no se puede medir, no se puede mejorar”, y esto es especialmente cierto en el proceso de coaching. La definición de objetivos consiste en identificar y definir qué queremos lograr en la vida.
Identificación de valores: Gran parte del éxito o fracaso de un proceso de coaching descansa en esta etapa. La identificación de valores consiste en indagar e identificar cuáles son los procesos internos de estímulo y respuesta; entendidos éstos como las motivaciones que mueven el comportamiento y las actitudes de las personas, que ayudan a identificar si alguien está orientado y motivado por los resultados económicos, por el reconocimiento, por la estabilidad, por la innovación, por la seguridad o por las relaciones humanas, etc.
Diseño de actividades: Una vez que se identifican los objetivos y los valores del coachee, el coach debe guiarlo para diseñar y establecer las actividades necesarias para lograr dichos objetivos. Estas actividades pueden ir desde el cambio de algún hábito que obstaculiza la realización de una tarea, hasta algo tan formal y estructurado como tomar capacitación en cierta materia. Las tareas establecidas en esta etapa deben ser relevantes en el ámbito profesional y la jerarquía organizacional del coachee.
Fijación de tiempos: Las actividades a desarrollar para el logro de los objetivos establecidos deben estar sujetas a un periodo que debe resultar congruente, motivante y alcanzable. Ello en función de su formación, experiencia, conocimiento técnico y las características propias de su industria, área funcional, entre otras.
Medición de resultados y retroalimentación: El coach y coachee comparan el desempeño obtenido por las actividades implantadas una vez que el tiempo estipulado para su logro ha terminado, y el objetivo inicial definido.
El valor de escuchar
La mayor virtud del coach está en que nunca deberá aconsejar o juzgar los objetivos, los valores, las actividades o los tiempos; él sólo es un espectador que, con base en la información recabada a través del diálogo, ayuda a que sea él mismo coachee quien establezca los objetivos, exprese sus valores, proponga sus actividades, fije los tiempos para lograr el cambio deseado y establezca los criterios de medición de éxito o fracaso de las actividades desarrolladas: arma todo el escenario del antes, durante y después.
Finalmente, concluimos que la principal habilidad de un coach es realizar las preguntas adecuadas para que sean los mismos coachees quienes propongan las condiciones necesarias para andar su propio cambio y seguir su evolución personal y profesional.
Agradecemos a Manuel Ulaje Ochoa, licenciado en Mercadotecnia por el Tecnológico de Monterrey, su ayuda para la realización de este artículo. Ulaje Ochoa cuenta con más de diez años de experiencia en las áreas comerciales y de comunicación de importantes empresas de este sector en México.
Namaste,