Mediante movimientos suaves, fricciones, amasamientos o presiones,
el masajista se encarga de sanar las dolencias que puede llegar
a padecer el cuerpo.
Pocos son los que se niegan a un masaje, y es que cómo hacerlo si es uno de los placeres más exquisitos que puede ofrecernos las vida. Desde tiempos muy antiguos, esta técnica se ha empleado para aliviar dolores musculares y hasta enfermedades. Mediante movimientos suaves, fricciones, amasamientos, presiones, entre otros, el masajista se encarga de sanar las dolencias que puede llegar a padecer el cuerpo.
Hoy en día, pareciera que el ser humano se hizo adicto al estrés, lo que provoca que éste se acumule y genere bolas o contracción en los músculos, y si a esto le sumamos las malas posturas que realizamos durante la jornada laboral, nosotros mismos impedimos un buen funcionamiento y rendimiento del cuerpo. En algunas ocasiones el dolor puede llegar a ser tan intenso que se convierte en una distracción mental.
Para la gran mayoría, los masajes son percibidos como eso, masajes y nada más. Sin embargo, el contacto suave y cálido que tienen las manos con el cuerpo tiene muchos objetivos, en donde no sólo se busca eliminar el estrés y dolores musculares, sino ir más allá de esto. La finalidad de esta técnica es actuar sobre el aparato locomotor (músculos, huesos, cápsulas sinoviales y tendones) y la piel.
Mediante un masaje terapéutico podrás sanar síntomas del insomnio, del estrés, depresiones, de las articulaciones y enfermedades del aparato circulatorio, además de dolores de cabeza, ciáticas, cambios degenerativos en rodillas, cadera y cervicales.
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